
Es de suponer que a medida que se vayan acercando las elecciones, se irá lentamente decantando el movedizo panorama social y político en el que andamos metidos, y se podrá apreciar con mayor nitidez la inequívoca función integradora que el Partido Socialista debe asumir en un momento tan crucial para la democracia en España.
Frente a los que cargan contra los valores de la Transición o han renunciado a ellos, mi criterio es que hay que elevar la mirada y el espíritu y volver a la generosidad y el buen juicio que hizo posible, mediante la renuncia, el entendimiento entre españoles.
No existen hoy algunos de los más graves y estructurales problemas que hace treinta años el país tenía, pero si permanecen todavía hábitos atávicos y culturales de hondo arraigo entre nosotros que dificultan el acercamiento entre posturas distintas. Esta es una cuestión que a mi juicio adquirirá relevancia si el paisaje poselectoral se configura como múltiples encuestas vaticinan. Es decir, con la aparición de nuevos agentes o formaciones políticas de diferente tendencia en parlamentos y ayuntamientos y la más que presumible desaparición de mayorías absolutas.
Se precisarán gentes en las instituciones con ideas claras, pero también con talante dialogante, empático, con voluntad de solucionar problemas, pero intentando integrar las tesis de los adversarios políticos, sean socios de gobierno o, incluso, grupos en la oposición.
Esta tarea, por tradición, historia y filosofía está mucho más al alcance de poder ser llevada a cabo por un Partido Socialista de nuevo cuño que por la derecha retrógrada, hoy tan brillantemente encarnada en el Partido Popular.
La tarea consiste en perseguir los valores en los que siempre ha creído: consolidar la libertad, combatir la desigualdad, y preservar la justicia social. Es decir, gobernar para todos, pero adaptando palabra y obras a los nuevos y emergentes perfiles sociales.
En lo que respecta a Zuera, el Psoe debe hacerse merecedor ante los ojos de la opinión pública de volver a acceder al gobierno municipal. Méritos no le faltan.
Se pueden encontrar en la configuración actual del municipio, obra indiscutible de las anteriores corporaciones de signo socialista. Pero también en el esforzado trabajo que viene llevando a cabo en la presente etapa, desempeñando las tareas de oposición. Ante la opacidad informativa que el actual gobierno viene manteniendo desde que se hizo cargo de la gestión municipal, sólo los hombres y mujeres del partido socialista han intentado mantener ese contacto con la sociedad de Zuera de cuya ausencia tantas veces se acusa a los políticos. Acaso todo ese movimiento de indignación que recorre el país no tiene, entre otros, su origen, en la brecha de insensibilidad que los políticos de oficio han abierto entre sus poltronas y los problemas reales de la gente?
Hoy por hoy, solo el Partido Socialista en Zuera tiene la capacidad de transformar sus ideas y sus propuestas en decisiones y recursos operativos que reconduzcan el municipio a la senda de la integración social, la modernización y el desarrollo estable.
Es posible que haya entre nosotros, gentes que tiendan a encarar la cuestión local en clave de castas. Que no se equivoquen, en Zuera no las hay. Aquí lo que se lleva es una mera ocupación oportunista de los cargos públicos, con un nivel de aptitudes y capacidades técnicas que hace sentir vergüenza ajena a todas aquellas personas que no tienen atrofiada la memoria ni la capacidad crítica.