Yo creo que la cuestión de fondo es que no habrá recuperación económica ni bienestar a la vista hasta que no se lleve a cabo una verdadera revolución ética. Prácticamente, volver a empezar. Para ello necesitamos un Partido Socialista renovado, limpio e ilusionado, y eso no se improvisa. Los escándalos repercuten sobre la credibilidad de toda la clase política y se están rompiendo los vínculos de unión entre los ciudadanos y aquellos en quienes delegan la representación de sus intereses. O sea, que al desmantelamiento económico y ético hay que añadir el de la crisis de confianza. En mi opinión hay que empezar a regenerar por aquí. Y hoy mismo, porque esto no es cuestión del Partido, que por supuesto, sino de toda aquella persona que desee vivir en una sociedad y un país más solidario, más transparente y más justo. Sí, hay que partir de nuevo de las grandes ideas y las bellas palabras, dejar la indignación a un lado y comenzar a tejer una nueva realidad con la primera persona que nos encontremos por la calle. Hagamos con nuestras vidas un buen trabajo.