Pocas cosas podrían resultar más saludables este año para el municipio de Zuera que conseguir relevar de sus responsabilidades a las personas que vienen ostentando desde hace ya ocho años el poder municipal.
Todo proceso electoral viene condicionado por dos tipos de discurso, con los cuales se pretende moldear o inducir la tendencia al voto de los electores. El orientado a la crítica del mandato que termina y el que se deriva de las propuestas con las que las diferentes formaciones políticas aspiran, o bien a continuar gobernando o a desbancar a los que están en el poder. Esa es la teoría. En la práctica, ya sabemos que es frecuente que las campañas se reduzcan a meros intentos de desautorización del contrario. Aunque no pretendemos generalizar. Efectivamente, no debería ser así, por respeto a los electores, a las instituciones y al propio sistema democrático.
Ahora que, como siempre, los tiempos están cambiando, pero en esta ocasión con mayores dosis de incertidumbre, sería oportuno que los futuros aspirantes a gobernar el municipio se plantearan, o volvieran a plantearse, qué es un Ayuntamiento, cuáles son sus funciones, y para qué quieren gobernarlo. Aunque hay quien pueda pensar que son preguntas aparentemente simples o de Perogrullo, las respuestas que puedan ofrecer contienen la información más relevante de cuantas pueden ofrecer a los ciudadanos que pretenden acercarse a las urnas.
Ya sé que está la cuestión de las ideologías, los partidos, las filias y las fobias y los prejuicios en general, pero en mi todavía idealizada visión de los asuntos públicos, considero que deberían ser aspectos tales como la claridad de ideas y la voluntad y capacidad para materializarlas, aquellos que deberían prevalecer a la hora de orientar el voto en una u otra dirección. Dando por sentado que todos los candidatos son personas honradas y bienintencionadas, dispuestos a anteponer a sus intereses personales, los del conjunto.
El objetivo fundamental a alcanzar tras un mandato debería ser que las personas que pertenecen a la comunidad, trascurridos los cuatro años de gobierno, vivan un poco mejor. Vivan un poco mejor, tanto desde un punto de vista colectivo como del personal. Lo cual implica, por un lado, que sea quien sea quien gobierne lo haga con espíritu integrador, intentando fortalecer la cohesión social. Y por otro, que entre sus prioridades ocupe lugar preferente la restauración, mejora y ampliación de servicios a los ciudadanos. Ese es el mejor camino para extender sus derechos y consolidar la hoy tan amenazada calidad de vida.
En este sentido, la primera pregunta que habría que plantearse ante las inminentes convocatorias electorales que se avecinan es en qué aspectos ha mejorado Zuera a lo largo de los últimos cuatro u ocho años que dejamos atrás.
Qué avances hemos observado en el funcionamiento del organismo público,
• En la atención al ciudadano. ¿Resuelve los problemas que se le plantean?
• En la información y la transparencia. ¿Se comunica bien el Ayuntamiento con los vecinos? ¿Con todos los vecinos?
• En la gestión de los recursos económicos y el patrimonio municipal. ¿Se utilizan correctamente nuestros impuestos? ¿Se priorizan adecuadamente los gastos? ¿Está en buenas manos nuestro patrimonio: montes, parques, edificios y mobiliario urbano?
• En la prestación de servicios y el funcionamiento de los equipamientos. ¿Se responde eficazmente a las necesidades sociales? ¿ Se hace un buen uso y conservación de los equipamientos públicos?
• En la vertebración social y territorial. ¿Están todos los colectivos y grupos sociales igualmente atendidos? ¿Se han estrechado los vínculos entre los diferentes núcleos urbanos? ¿Han mejorado las relaciones corporativas? Etc…
Es decir, en todos aquellos asuntos de los que se deriva la imagen pública e institucional que el municipio proyecta en sus ciudadanos y en los medios de comunicación.
Omitimos hablar del capítulo de inversiones, porque en un momento como éste, es muy fácil echar mano de la crisis para justificar una parálisis cuyo verdadero epicentro, y, como ya hemos expresado en otras ocasiones, está localizado en la Casa consistorial.
La buena administración de los aspectos mencionados no precisa de fuentes extraordinarias de ingresos, sino de una cierta capacidad de raciocinio y un comportamiento responsable. O sea, de haber comprendido para qué ha sido uno elegido y de haber actuado en consecuencia.
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Nosotros, una vez contestadas las cuestiones planteadas, somos de la opinión de que pocas cosas podrían resultar más saludables este año para el municipio de Zuera que conseguir relevar de sus responsabilidades a las personas que vienen ostentando desde hace ya casi ocho años el poder municipal.
Aunque aparentemente vivimos tiempos de purificación y saneamiento de la vida política, que nadie piense que éste es un sentimiento generalizado. La política tiene un componente prosaico y utilitario que solo es posible combatir a golpe de información y concienciación social. Pero ya se sabe que en un sistema democrático, no todos escuchamos las mismas voces ni bebemos en los mismos manantiales.
En cualquier caso la comprensión social es tan solo la antesala, la condición sine qua non para hacer posible cualquier tipo de cambio. Luego viene lo de ir a votar que, ya de por sí, es muy determinante. Pero será después, una vez configuradas las nuevas corporaciones, cuando habrá de concretarse en normas y mecanismos de control, más eficaces que los ya existentes, esa heterogénea corriente de regeneración que hoy se abre paso entre la opinión pública de nuestro país.