De un tiempo a esta parte, y en referencia a las Instituciones públicas, se han multiplicado las voces que reclaman austeridad, controles varios, continencia, congelaciones, supresiones, etc…Voces a las que no les falta razón, aunque en algunos casos, sin duda debido a la proximidad de las elecciones, adquieran un carácter de soniquete electoralista y demagógico que empieza a empalagar. Como ocurre siempre que alguien, carente de ideas, quiere elevar al nivel de categoría lo evidentemente obvio, a base de repetir y machacar las neuronas del personal.
Todos los partidos políticos que van a concurrir a las próximas elecciones han incorporado ya en sus programas y discursos la imperiosa necesidad de que nos conduzcamos en el futuro con una mayor prudencia y austeridad en el gasto y en las costumbres. ¡Qué cierto es que a la fuerza ahorcan!. Pero bueno, no lo es menos que pocas situaciones encontraremos como la presente, tan idóneas para hacer de la necesidad, virtud. O sea que sería deseable y muy conveniente para el devenir del país, que en la próxima campaña electoral, en medio de la ineludible maraña de agoreros y demagogos, se hicieran un hueco los virtuosos, aquellas personas, candidatos y candidatas, que sean capaces de captar nuestra atención con mensajes de ilusión y esperanza, respaldados, por supuesto, por ideas innovadoras y valientes, a la par que realistas.
Por ejemplo. Cómo se va a reorganizar la administración de los intereses públicos, cómo se van a mantener los servicios. Si hay que prescindir de algunos, qué prioridades se van a establecer. Cómo va a repercutir la austeridad y la escasez en el sistema de gestión. Serán posibles las inversiones? Si así fuera, en qué dirección. Cómo se va a contribuir desde los Ayuntamientos a la construcción del nuevo sistema económico, donde continuarán alojadas las opciones de bienestar ciudadano. Cómo se van a preservar y mantener los avances sociales. Etc…Es decir, si aparte de hincarle el diente a la Sociedad del Bienestar por la vía del recorte y la privatización, tienen ideas más ingeniosas e nnovadoras.
Porque mucho me temo que todos aquellos mensajes que comienzan y se agotan en la austeridad y el control del gasto no dan respuesta a las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos, que sin necesidad de que nadie se lo explique, ya son capaces de entender cuáles son los imperativos de los que se parte.