En el año 2003 los restos de Odón de Buen fueron depositados en el Mausoleo que el Ayuntamiento había construido al efecto en el Cementerio Municipal de Zuera, su Villa natal. El día anterior a su re inhumación, la Corporación Local le había declarado Hijo Predilecto de la Villa de Zuera a título póstumo en el curso de una solemne y multitudinaria Sesión Plenaria. Un acto, cargado de emoción y simbolismo reparador, enaltecido por la numerosa y representativa presencia de familiares procedentes de la diáspora de México, Canadá, Chile y algunas ciudades europeas.
Entre los numerosos actos y eventos concebidos para tan magna ocasión, se había ido conformando la idea de crear una Fundación que llevara su nombre. Una vez repatriados sus restos, se trataba de restituir el prestigio del personaje, dar a conocer el alcance de su vida y obra, silenciadas durante décadas, y servirnos de su patrimonio vital para proyectar hacia el futuro el interés por la ciencia, la innovación y la búsqueda del bienestar social a través del conocimiento. En aquel momento, quedaron redactados unos estatutos y se llegó a esbozar la composición de lo que debería ser su futuro Órgano de Gobierno. Sin embargo, por causas sobrevenidas, el proyecto no llegó a consolidarse.
Haciendo de la necesidad, virtud, el momento fue aprovechado por un centenar de personas del entorno zufariense para poner en funcionamiento el Centro de Estudios Odón de Buen (CEOB). Organización que durante más de una década actuó como auténtico baluarte de la memoria de nuestro paisano a la espera de que un día se diera un contexto institucional adecuado.
Y ese día llegó de la mano de Luis Zubieta. Con la puesta en marcha de la Fundación, el Ayuntamiento dio un sustancial paso adelante en la buena dirección. Se implicó en el proyecto a diferentes instituciones públicas, el Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC), la Universidad de Zaragoza y al Gobierno de Aragón entre otras. Y junto a ellas, personalidades cuya competencia y trayectoria profesional vinieron a colmar de excelencia su Patronato. El Instituto Español de Oceanografía simbólico organismo creado por el propio Odón en 1914, y verdadero bastión de la investigación oceanográfica en España, quedaba integrado en el Órgano de Gobierno a través del CSIC. La intervención del malogrado Luis Zubieta supuso un impulso determinante para la consolidación de la Fundación, le proporcionó visibilidad, un domicilio social bajo techo del antiguo y emblemático colegio público y, lo más importante, los recursos necesarios para que comenzase a andar. Circunstancias todas ellas, que junto a otras de diferentes procedencias, han contribuido a otorgar a la Fundación un protagonismo institucional de primer orden a lo largo del recién finiquitado año 2024.
A mediados de los años ochenta, hoy me parece pertinente recordar la anécdota, cuando quien suscribe era un alcalde neófito, pasó por Zuera un hispanista norteamericano, catedrático de la Universidad de Boston, llamado Thomas Glick. En el curso de una conferencia que tuvo lugar en el antiguo casino republicano, ya reconvertido en Centro Municipal de Iniciativas Culturales, CMIC, nos habló de Odón de Buen con una autoridad y una brillantez que despertó entre la audiencia un sentimiento mezcla de admiración y vergüenza. A lo largo de su intervención, Glick puso de manifiesto la extraordinaria relevancia y grandeza de la obra de nuestro ilustre Odón, mientras dejaba a la intemperie el gran desconocimiento que del mismo teníamos en su pueblo. Nada extraño, por otra parte: cuarenta años de silencio, dan para trastocar y enmudecer el sentido de cualquier biografía, legado o, acontecimiento.
Podría decirse que aquel momento sirvió para fortalecer la voluntad y el compromiso de que la figura de Odón de Buen adquiriese espacio y presencia entre nosotros. Recuperar su semblanza, su herencia científica y sus valores, más allá de un necesario acto de justicia y reconciliación con el pasado, podía representar para el municipio una fuente de prestigio y reconocimiento. Una inversión de futuro.
Ciertamente, queda mucho por hacer en orden a poner la figura de Odón de Buen en el lugar que muchos pensamos que le corresponde. Pero no es menos cierto, que con la puesta en funcionamiento de la Fundación que lleva su nombre se ha abierto una nueva etapa de trabajo, búsquedas y colaboraciones que pueden contribuir decisivamente a reconstruir su inmenso legado y el aura que lo envuelve. Nuestro objetivo es que su nombre vuelva a ser referencia y fuente de inspiración para todos aquellos que buscan el progreso y el bienestar social a través del estudio, la ciencia y la investigación.