Una de las notables ventajas que poseen cuantos desde los grandes partidos encarnan visiones conservadoras de la política, ya sea desde sus responsabilidades, cargos o poltronas – que no son lo mismo- es que el aforismo “resistir es vencer”, tarde o temprano se cumple a favor suyo, de manera inexorable. Esperar, aguantar, callar. Son gentes bien adaptadas al sistema de partidos. Algunos de ellos me consta que fueron jóvenes ilusionados en su momento, pero el paso del tiempo –décadas- los ha convertido en verdaderos y hábiles profesionales de la intriga y el quehacer políticos. Adoptan lo que ellos mismos vienen a denominar actitudes y posiciones “de progreso” cuando en el fondo su prioridad no es otra que el mantenimiento de sus posiciones. Lo que yo considero verdaderamente progresista es acabar con esa dinámica, avanzar en esa dirección.

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